Dictadura De Santa Anna
DICTADURA DE SANTA ANNA
Alma Jenifer Nolasco Hernández
El general de división Antonio López de Santa Anna ocupó la presidencia de la República en seis ocasiones, la última de ellas (1853 - 1855), es la única en la que merece en realidad, el calificativo de dictador.
A pesar de la leyenda negra que rodea su persona, Santa Anna accedió a su último mandato por expresa invitación de sus paisanos y no mediante un golpe de Estado.
Tampoco se hizo del poder omnímodo por medio de intrigas y amenazas, esa facultad le fue otorgada de forma deliberada por quienes lo convocaron a ocupar la presidencia. Para entender esta situación, es necesario analizar los antecedentes inmediatos y el contexto en el que se produjo.
El 2 de febrero de 1848 se firmó en la villa de Guadalupe Hidalgo el Tratado de Paz Amistad y Límites entre los Estados Unidos y la República Mexicana. Se trató de un fuerte golpe para los mexicanos de entonces pues, tras una desastrosa guerra, se perdieron de forma súbita dos grandes bienes; de forma material le fueron arrebatados 2 400 000 kilómetros cuadrados de territorio, pero el daño más lamentable fue intangible: se destruyó la enorme confianza con que México había nacido a la vida independiente en 1821.
A lo largo de la vida independiente de México, los intentos de transformar las estructuras políticas y sociales sobre las que se apoyaba el Estado, provocaron invariablemente una violenta reacción que, por medio de asonadas, motines y revoluciones, obligaba a dar marcha atrás a los promotores de estos cambios. Detrás de todos estos alzamientos se encontraban los conservadores quienes eran enemigos de toda reforma que alterara el esquema político sustentado en los privilegios de la Iglesia y el Ejército, a ellos se sumaban los grandes comerciantes que obtenían grandes ganancias con el contrabando y la especulación con los contratos gubernamentales.
Para combatirla, el presidente Arista, a través de su ministro de Hacienda Guillermo Prieto, pidió al Congreso la autorización para contratar un préstamo por tres millones de pesos y aumentar todas las contribuciones directas en un 50 por ciento. El poder Legislativo hizo oídos sordos a las demandas económicas y se negó también a otorgar facultades extraordinarias al ejecutivo. Viéndose maniatado, Arista presentó su renuncia. Lo sucedió en el cargo el jurista Juan Bautista Ceballos quien dimitió tras 30 días de infructuosos esfuerzos; su lugar fue ocupado por el santanista José María Lombardini quien allanó el camino para el retorno de Antonio López de Santa Anna.
El viernes 1 de abril de 1853, Santa Anna desembarcó del paquete inglés Avon que lo había trasladado a Veracruz desde su exilio en Sudamérica; era un poco más del medio día y fue recibido por las autoridades del puerto y por comisiones de varios estados de la República.
El día 20 del mismo mes, en la Ciudad de México, fue investido con la banda presidencial y, conforme a lo acordado, designó a Alamán ministro de Relaciones, puesto que equivalía a nombrarlo primer ministro de su gobierno.

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